Además de la miel, las abejas tienen otro importante trabajo en la naturaleza…

Conoce más acerca de la Gipsófila o ‘Soplo de bebé’

Hace más de 4.000 años el ser humano descubrió la apicultura, la fascinación por las abejas  y su recolección del polen de las flores no es en vano, ellas son las encargadas de construir su colmena, pero más allá de proveer miel,  determinan el crecimiento y calidad de la vegetación del planeta. 

La especie Gypsophila o Gipsófilas es una especie que anualmente florece y crece entre 5 a 120 cm de altura. Con 355 especies nativas de Europa, Asia, norte África y México y 155 registradas. La más conocida siendo la Paniculata, su nombre dado por la panícula redonda que se posa al final de la ramificación de su tallo firme.

La polinización sucede cuando la abeja se alimenta del polen que la flor produce pero al mismo tiempo lo transporta de una planta donante hacia una planta madre receptiva. Existen otros insectos que polinizan, “pero el trabajo que realizan las abejas es casi perfecto” afirma Omar Ávila, apicultor de Ball SB. La flor Gipsófila es una flor diminuta, por esto el tamaño de las abejas les facilita el trabajo y las convierte en las reales criadoras de esta hermosa florecilla.

El trabajo que realizan los apicultores con las abejas es en gran parte contemplativo, pues para polinizar este o cualquier tipo de especie, son las abejas quienes les enseñan el mejor proceso.

Agroquímicos y pesticidas usados intensivamente para controlar plagas están afectando a las abejas. La misión de Ball SB que ha llevado a cabo durante 15 años  en sus fincas y granjas de producción, es reducir continuamente el uso de químicos y la dependencia a diferentes tipos de pesticidas. “Adicionalmente, introducir especies que sean atractivas para los polinizadores y se convierta en un ‘lugar feliz’ para las abejas de todo el mundo” como dice Susanah Ball Co-líder de sustentabilidad, Ball Hort.  De esta forma la hibridación y producción se optimiza.